Aún no puedo creer que te hayas marchado, tan rápido, tan silenciosa, llevándote lo poco que nos quedaba de cordura.
Aún no puedo creer que esa puta enfermedad te tocase también a ti, es que no me lo puedo creer.
Tampoco me puedo imaginar el dolor de tu madre, el de tu padre, y sobre todo el de tu hermano, el brillo de sus ojos cada vez que te veía, aquello era adoración.
Repito: No soy capaz de entender como con 18 añitos, nos han privado de tu risa contagiosa, de tu alegría, de tus ganas de vivir.
También sé que al igual que en mí, siempre estarás en el corazón de muchísima gente, porque nosotras no tuvimos demasiado contacto, y estoy destrozada.
Siempre imaginé que ibas a estar ahí... y ahora... te voy a echar muchísimo de menos.
Te quiero, cuñada. (Para mi siempre serás mi cuñada)