Noche impoluta.

lunes, 22 de febrero de 2010

Y aquella noche, como siempre, fregó los platos y enjabonando la última copa se dio cuenta de que ya nada sería como siempre, y que para eso necesitaba ser fuerte. Se abrazó a si misma y se acurrucó junto a los cristales que aún no había barrido. Se quitó la ropa se metió en la cama y se inyectó calor humano. Olvidó su nombre y su olor, olvidó el último beso y la última discusión. Sí, en efecto tendría que ser muy fuerte, pero eso no le costaría ningún problema, ella provenía de una familia de valientes, y tenía esa valentía en cada poro de su piel, o al menos deseaba con todas sus fuerzas, que su familia hubiera sido valiente, y que tenga una pizca de esa valentía en vena, ahora que tanto la necesitaba.


¿Y si borramos nuestros recuerdos?

sábado, 6 de febrero de 2010

Imagina por un momento, borrarlo todo. Borrar las tardes muertas, el tiempo cansado, esas mañanas en las que es imposible madrugar. Imagina hacer desaparecer las risas, las lágrimas, los gestos de complicidad, las miradas hurañas, el odio hacia el mundo, o mismamente el amor hacia él. Olvida que existes, que te miran, que te odian, que te admiran, olvida que tienes dinero o que careces de él. Olvida que hoy no te fumaste el cigarrillo de después. Olvida que el Euribor está en sus mínimos históricos, y si es posible intenta olvidar que todavía no hay comida para todos los ciudadanos del mundo. Entonces párate a pensar, no, mejor no pienses, olvida también eso, cierra los ojos y una vez aislado del ruido (visual, acústico y mental), simplemente siente, siente lo que quieras pero siente, siente puramente, sin "síes" ni "noes" ni contradicciones o contraindicaciones. Y si no eres capaz de olvidarlo todo, y seguir sintiendo...

Entonces querido amigo, mi más sentido pésame, y hasta otra.