lunes, 11 de mayo de 2009

Hacía mucho que no sentía miedo.

Estando tan lejos he podido notar su aliento a tabaco y alcohol en mi nuca. Sus labios entreabiertos preparados para decirle que la quiere o para comerme el cuello. Su mirada lasciva atravesando mi ropa. Sus manos tocándola o pegándola, dependiendo del día. Su furia,  todo su veneno de golpe enfrentándose cara a cara con todos mis temores. Mis cimientos derrumbados por un eco de su poder. Impotencia, se acerca. Renueva fuerzas y viene, dispuesto a arrasar con toda la calma, a rasgarnos la piel, comerse los músculos desmontar el esqueleto para arrancar el corazón. Se acerca, lo oigo. Pasos incesantes, tintineo de llaves. Silencio. Hace dos años que de noche mientras dormías, salí corriendo huyendo de ti. Ahora a plena luz te acercas, sigiloso y lleno de poder, haciéndome elegir entre mi vida o la suya, con una sonrisa macabra, pues ambos sabemos que es una mera distracción, acabarás con las dos, o las tres. 

Yo no soy ella, aunque tiemble al escuchar tu nombre.