Cuatro meses de descanso.

jueves, 11 de diciembre de 2008


Estás aprendiendo a dormir con las puertas cerradas. Tienes miedo.

Miedo.

Miedo a volver, a no poder salir. A ahogarte a tí mismo. A mí. A lo que haya ahí fuera.

No quieres dormir más con las puertas abiertas. Ahora debes correr, llorar, respirar lleno de angustia.
La sangre se desliza por tus venas, doblando tu velocidad. Llega a tu corazón de forma violenta, con la forma de mil agujas que se clavan lentamente en el músculo, impregnadas de un veneno que rasga tus labios.
Late. Tiembla. No puedes controlarlo.

Tienes miedo.
Y tus ojos se dejan vencer.

Al día siguiente encuentras la almohada llena de sangre. Húmeda, cálidad, coloreando tu mejilla de ese dulce sabor a fresas oxidadas.

Ya no puedes dormir con las puertas cerradas.



Y es que la violencia se nos va de las manos...



Alba

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy he comprendido (creo) el significado del título y del contenido de este post. Ánimo. Machado decía que "Todo pasa"; lo malo es que añadió a continuación que "Todo queda". Menos mal que lo arregló diciendo "Pero lo nuestro es pasar". Pues eso: pasa. Y si necesitas ayuda para tirar a algunos individuos al fondo de la bahía con los pies metidos en cemento, dilo. Tengo buenos contactos.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Tu blog me ha jugado una mala pasada. Este comentario debería haber salido en "Sois peor que...", y no aquí. Que conste.